Es una enfermedad sistémica que puede ocasionar alteraciones a nivel ocular, algunas transitorias, pero en su mayoría permanentes, pudiendo disminuir la visión o incluso llevar a la ceguera.
Generalmente no presenta síntomas, de ahí la importancia del control oftalmológico anual. En situaciones que presenta síntomas en general nos encontramos con una enfermedad avanzada. Ej sangrados intraoculares.
Algunas alternativas para su tratamiento está basado en inyecciones intraoculares (antiangiogénicos, corticoides) láser y/o cirugía, sumado al control en conjunto con el médico clínico o endocrinólogo.